Las Pléyades, cuyo nombre, en griego homérico, quiere decir “bandada de palomas” así como “navegantes”, en astronomía es conocido como Objeto M45, es decir, un cúmulo estelar abierto, apreciable a simple vista, que ocupa un lugar importantísimo en todas las mitologías. Por ejemplo, es una de las pocas constelaciones que aparecen en la Biblia.
Las Pléyades son un grupo de estrellas muy jóvenes ya que se formaron hace unos 80 o 100 millones de años, a raíz del colapso de una nube de gas interestelar. Decimos que son jóvenes puesto que, si las comparamos con nuestro Sol -que nació hace unos 5.000 millones de años-, ellas son unas nenas. Jóvenes no quiere decir pequeñas, puesto que algunas de ellas son cinco veces mayores que el Sol.
Se encuentran en el plano central de nuestra galaxia y hay una teoría, según la cual, nuestro Sol giraría en torno a la principal de ellas, Alcione, de forma que el sol sería “la octava Pléyade”, una estrella más del conjunto.
Sol alrededor de Alcione
Pero, según las leyes de Newton y considerando las relación de distancia que separa al sistema solar de dicho cúmulo y la masa del mismo, es prácticamente imposible que el sistema solar orbite alrededor de Alcione. Sin embargo, sí que es posible que haya un giro relativo entre los dos sistemas y que, como los dos se desplazan alrededor del núcleo galáctico –que, visto desde la Tierra, está en la dirección de Sagitario-, pueda darse algún tipo de ciclo mutuo en forma de hélice o tirabuzón.
Vía Láctea
Aunque pertenecen a la constelación de Tauro, las Pléyades forman por sí mismas un asterismo conocido desde tiempos extremadamente antiguos; de hecho, en unas tablillas sumerias de gramática, ya aparecen claramente identificadas con el nombre de “Mul-mul”: el astro.
Mul-mul en tabla sumeria
Desde los babilonios a los indonesios, su aparición por el horizonte antes de salir el sol las convertía en medidoras del tiempo y punto de partida del calendario agrícola. Los aztecas basaban el inicio y fin de los ciclos de su exacto calendario en determinada posición cenital de este asterismo.
salida del sol
En todas las culturas hay hermosas leyendas referidas a ellas: Los babilonios decían que eran 7 dioses benefactores y portadores de suerte, los sebittu.
babilonios
Los indios norteamericanos cuentan que se trata del jefe indio “Cinta Larga” que, tras guiar a su pueblo desde otro mundo a la tierra a través de la Vía Láctea, fue premiado por su hazaña y llevado a vivir eternamente en estas estrellas. Otros indios dicen que se trata de un grupo de niños danzantes que, de tanto girar y girar vertiginosamente, se salieron de la tierra y se quedaron en el cielo bailando en corro eternamente.
niños danzando en corro
Pero la leyenda india más conocida es la de los kiowa de Wyoming, que afirman que una vez acamparon 7 jóvenes en el bosque y un oso las persiguió; ellas pidieron ayuda al Gran Espíritu y éste hizo elevarse la tierra en que estaban hasta llegar al cielo donde les permitió quedarse para siempre en forma de estrellas. El oso arañó y arañó la roca sin conseguir alcanzarlas, y la prueba de que todo esto sucedió es que el lugar ha permanecido así para asombro de las generaciones: la “Torre del Diablo”, una formación volcánica que, sin duda, merece ser fuente de inspiración de éste y otros mitos.
Torre del Diablo
Este cúmulo estelar fue, asimismo, muy importante en la historia del antiguo Egipto, ya que, además de que para ellos marcó durante mucho tiempo el punto vernal (la entrada de la primavera), por su religión ya que ellos creían que la raza humana había sido creada cuando el Sol se encontraba alineado con las Pléyades.
estrellas Egipto
Los aztecas llamaron a estas estrellas Tianquiztli “lugar de encuentro” y aprovecharon que, cada 52 años las Pléyades ocupaban exactamente el cenit a medianoche, para ajustar su calendario y realizar una ceremonia llamada “del Fuego Nuevo” para garantizar que la vida continuaba y el fin del mundo podía esperar.
ceremonia del fuego Nuevo
El calendario maya también usaba la alineación de las Pléyades para la medición del tiempo.
calendario maya
La etimología griega de Pléyades, se presta a mucha discusión; si nos atenemos a la forma homérica peleiades, significa “palomas”; lo cual concuerda con el mito que dice que, perseguidas por Orión durante cinco años, fueron transformadas en palomas y conducidas al firmamento.
Puede que su nombre proceda de la palabra pleios, que quiere decir, abundantes, un montón y lo cierto es que, aunque a ojo desnudo sólo podamos apreciar 6 o 7 estrellas, con un telescopio casero se pueden contar más de 300 y se sabe que su número casi alcanza el millar.
O quizá su nombre provenga del verbo plein, navegar; esta denominación responde a la explicación de Plinio, según la cual, su aparición antes de amanecer, marcaba la temporada de iniciar la navegación en el Mediterráneo –esto sucede en mayo- ; mientras que su ocaso inmediatamente posterior a la puesta del sol, señalaba el momento de quedarse en tierra porque empezaban a soplar los vientos del norte. (Esto sucede en noviembre).
Para la mitología griega, estas siete hermanas eran hijas de Atlas –el gigante que sostenía el cielo-,
Atlas
y Pleione, una ninfa oceánica.
oceánides
Las Pléyades eran tan bellas que los mismos dioses las amaron. Sus nombres son:
Maya, que significa “abuela”; de sus amores con Zeus nació Hermes, el Mercurio de los romanos; el Thot de los egipcios o el Enoc de los hebreos. Este dios era patrón del comercio, de la comunicación, inventor del alfabeto, de la astrología, de la comunicación y de los sistemas de pesos y medidas. Maya fue también nodriza de los arcadios.
Hermes
Celeno, “morena”; sus amoríos con Poseidón concibió a Lico, el rey de la isla de los Bienaventurados. Fue también madre de Deucalión el Noé de los babilonios. Los entomólogos bautizaron con su nombre una mariposa.
Celeno
Alcione, “la que protege de las tormentas”, amante de Neptuno, de cuyo amor les nació Hirieo, fundador de Hiria en Beocia, padre de los tebanos. El martín pescador lleva su nombre.
Alción
Electra, “de ámbar”, amada por Zeus y de quien parió a Dárdano, fundador de Troya.
Troya
Estérope, “rostro del Sol”, que sedujo al mismo Ares, dios de la guerra y les nació Enómao, rey de Pisa, antepasado de los habitantes del Peloponeso
Enómao, el auriga, hijo de Estérope
Taygeta, “largo tiempo contenido” quien compartió también a Zeus como amante y cuyo hijo, Lacedemón, fue el fundador de la dinastía de los espartanos; gentes muy duras, cuya ley exigía arrojar desde la cima del monte Taigeto a las criaturas demasiado débiles o deformes.
Monte Taigeto
Mérope, “la elocuente”, fue la única Pléyade que prefirió desposarse con un mortal, Sísifo, con el que instituyó la dinastía de Corinto. Sísifo era un gran pillo: inventó un ardid para salvarse de la muerte, convenciendo a Mérope para que a su muerte no lo enterrase, de forma que, con la excusa de regresar a vengarse de ello y preparar sus propias exequias, consiguió que le dejasen salir del Tártaro. Pagó muy caro su atrevimiento, puesto que cuando al fin Hermes consiguió llevarlo al más allá, fue condenado a empujar una roca cuesta arriba por la ladera de una montaña y, al llegar arriba, la roca volvía a su lugar inicial y así, eternamente. A causa de ello, Mérope, avergonzada, abandonó a sus hermanas y desapareció.
Sísifo, esposo de Mérope
Otros dicen que no fue Mérope quien se marchó sino que fue Electra, quien, tras la caída y saqueo de Troya, trastornada por el dolor, se soltó los cabellos y corrió por el firmamento gritando, convertida en cometa.
Electra convertida en cometa
Este detalle de la desaparición, ha llevado a deducir que, como se trata de un grupo de estrellas jóvenes, algunas de sus componentes han pasado por periodos de variaciones de luminosidad; los astrónomos creen que Pleyone pudo ser la que dejó de brillar, pues se ha demostrado que su variabilidad lumínica puede llegar a la mitad de su magnitud.
sólo se veían 6
Hay quien interpreta el mito relacionando a Atlas con la Atlántida, y a sus siete hijas con las siete islas que sobrevivieron al desastre. Sus descendientes habrían refundado la civilización sobre la tierra ayudados por su hermano divino, Hermes, que enseñaría a los mortales la escritura y todas las ciencias.
desastre Atlántida
Lo cierto es que a lo largo de toda la historia de los mitos de la humanidad, abundan relatos sobre “gigantes” ¿Atlantes? y acerca de una raza de hijos del sol, o hijos de los dioses, que enseñan a la humanidad las artes y la escritura.
Curiosamente, las últimas investigaciones acerca de los orígenes de la humanidad, tras elaborar un “árbol genealógico” para ver de dónde proviene nuestro ADN mitocondrial –ya que las mitocondrias se transmiten sólo por vía materna-, han demostrado que la actual raza humana proviene de siete mujeres diferentes, siete “Evas primordiales” que, en algún momento determinado, fueron las únicas en transmitir las mitocondrias que acabarían dando lugar al resto del género humano; sin que ello quiera decir que antes de estas siete antepasadas no hubiese “nada”, la coincidencia con los antiguos mitos que hacen referencia a la unión de los dioses con 7 míticas madres que ahora están en las estrellas de las Pléyades es verdaderamente enigmática.
siete Evas
Esta misma idea subyace en “La Doctrina Secreta” de Mme. Blavatsky, que fue publicada en 1888.
Helena Petrovna Blavatsky
GRACIAS INFINITAS A ADELA FERRER!! ASTRÓLOGA EXPERTA EN OCULTISMO Y MAGIA, POR REGALARNOS EL COMPARTIR EL USO DE ESTA INFORMACIÓN.
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